Tímidos éxitos del anti turismo cuando el cine ya no es central en nuestra cultura
También: Las películas no son buenos memes ni la sala es instagrameable; La enorme suerte al elegir carrera de no tener vocación ni una pasión a la que seguir;
Empezamos con lo más leído de la semana pasada: la lista de correo de vinos de Pascual Drake, la imposibilidad de cantar las canciones de Taylor Swift, el fenómeno de Marca Scroll, por qué la salud mental de las chicas progresistas se hundió primero y más rápido.
Tímidos éxitos del anti turismo
La ciudad japonesa de Fujikawaguchiko instaló una pantalla gigante para bloquear la vista del monte Fuji (Carlos Prego en Xataka).
Barcelona eliminó una popular ruta de autobús de Google Maps para que los residentes pudieran encontrar asiento (Pau Rodríguez, Mariona Jerez en El Diario).
Venecia impuso tasas a los turistas de un día (Ángel Gómez, ABC).
Palma propone prohibir nuevas plazas de alquiler vacacional mientras pide limitar la entrada de turistas, 'rent a car' y una tasa a los cruceristas (Diario de Mallorca).
Laura Hall recopila más movimientos de hostilidad contra los viajeros de vacaciones en su pieza en BBC en español “Las protestas contra los malos turistas que se multiplican en los lugares más visitados del mundo”. Uno de los aspectos en los que estoy muy de acuerdo con el artículo es que no es cierto que los turistas ahora sean peores, es que ahora hay muchos más.
Recordemos algunos apuntes de una edición reciente de Causas y Azares en la que hablamos de “La maldición de tener sol y playa acaba engendrando un enorme malestar con el turista”:
El crecimiento económico de España sigue dependiendo del turismo. De no ser por el sector turístico, el PIB nacional habría crecido un 0,8% en 2023, en lugar de hacerlo un 2,4% como estimó el Banco de España.
Al ser la industria turística un sector intensivo en mano de obra que requiere poca preparación y cualificación, pero que al mismo tiempo genera retornos relativamente altos a quienes en él participan comparado con la inversión necesaria, sobre todo trabajadores, logra desplazar a otros sectores que necesitan una mayor dotación de mano de obra cualificada.
En todo caso, los éxitos del anti turismo, aunque incipientes, son escasos. En los destinos de mayor éxito empezamos a ver una alta movilización ciudadana en forma de protesta porque la masificación deriva en un gran deterioro de las condiciones de vida. Conseguir doblar la inercia política apenas se vislumbra en Canarias o en Palma.
De momento, 2024 va a ser año récord en España (Exceltur estima que el PIB turístico crecerá un 8,6% este año, hasta superar, por primera vez, los 200.000 millones de euros. Raquel Bonilla en La Razón) y en el mundo (uno de cada 10 dólares que genera la economía mundial corresponde al sector de los viajes y el turismo según la WTTC, Hoteltur).
Vicente Nieves y Mario Becedas explican en El Economista que el turismo sigue siendo nuestro petróleo. La demanda turística es rígida: los visitantes siguen llegando a pesar del aumento de precios. Los hoteles aumentan sus ingresos por habitación y las tarifas siguen subiendo. Es “el turismo de venganza” tras los años de pandemia.
Mientras los más viajeros están explorando nuevas y extravagantes fórmulas y motivos para desplazarse. Los “viajes misteriosos”, en los que los clientes cambian la planificación de un viaje por la sorpresa de llegar a un destino desconocido son una tendencia en alza, según Laura Hall en Time Out (en inglés). Por su parte Heze, ciudad de la provincia de Shandong situada a medio camino entre Pekín y Shanghai, es el último centro turístico de China. Los visitantes acuden en masa porque es la ciudad natal de la celebridad de internet, el cantante Guo Youcai, con la esperanza de verle. Dentro vídeo en Youtube (en chino, subtitulado en español)
El ir a salas de cine ya no es central en nuestra cultural. Las películas no son buenos memes ni la sala es instagrameable
La taquilla del cine en España se hunde: 2024 está siendo trágico y solo el aumento de precio de entrada maquilla los números. Hablamos de un 25,5% menos que en 2023, cuando por estas fechas se contabilizaban 5,4 millones de euros, justo antes del impacto de ‘Babenheimer’. Sergio Delgado en El Blog Salmón y el productor de cine Pau Brunet en Twitter.
John Tones en Xataka explica cómo en Estados Unidos la situación es similar a partir del descalabro de “Furiosa”: “La película de George Miller ha recaudado apenas 32 millones de dólares en los cuatro días festivos, lo que convierte este fin de semana del Memorial Day en el peor de los últimos 29 años, con una bajada en recaudaciones de nada menos que el 36% si lo comparamos con el mismo fin de semana del año pasado”.
En casa tenemos hoy un debate. Ponernos en familia “Her” en Filmin o ir al cine a ver “Segundo Premio” (véase tema de Jorge Loser en Espinof). En el segundo caso parece que la chavalada no se suma al plan y preferiría quedarse en casa mirando redes y Youtube.
A la búsqueda de explicaciones a la bajada de espectadores tenemos a una serie de sospechosos habituales. El precio de la entrada y de la comida en el cine, el menor civismo, la mejora de las teles y de los servicios de cine por internet y el relevo generacional suelen aparecer primero. O el clásico, “es que las películas de antes son mucho mejores”.
Leyendo comentarios en Twitter (Madre de Satán o Jorge Caraballo) aparece una nueva interpretación: la experiencia de ir al cine es menos instagrameable. Y encaja (no de forma literal) con lo que creo que es parte de lo que está sucediendo. En Error500 intenté plantear que esta es la década en que cine y televisión empezarán a dejar de ser la forma dominante de entretenimiento porque videojuegos y “los contenidos en internet” están desplazándolos en la excitación, la creación de fandom, la mitomanía y hasta en la pasión con la que se defienden o atacan unos a otros.
Tiendo a explicar el fenómeno a partir del metaverso digital: por un lado se redefine la experiencia (apuesto a que cada vez más en casa se ven las películas partidas, sea en episodios en distintos días o con parones) y nos acostumbramos a piezas más cortas; por otro una vez que has perdido el papel central como referencia cultural los incentivos de medios (sean tradicionales sean creadores de internet) para referenciarte son menores. Es más difícil que una película sea un meme de éxito precisamente porque vas teniendo menos masa crítica de emisores y posibles receptores del meme. A la inversa tenemos la paradoja de Netflix, cada vez es peor pero cada vez tiene más éxito.
Y sí, hay una parte de vivir para contarlo. O para vivirlo y que sea susceptible de ser contado. Hay algo en experiencias como la de viajar a otro país o la de ir a un concierto de Taylor Swift que nos hacen pensar que “yo lo presencié, yo formé parte de ese momento memorable”. Aunque esté muy ritualizado y no sea interactivo o a la carta que son los elementos del digital que se suelen subrayar. Jorge Galindo explora este tema contra el cinismo y los conciertos de la estrella.
La enorme suerte al elegir carrera de no tener vocación ni una pasión a la que seguir
Del archivo:
Un artículo de Antonio Cabrales en Universidad, sí sobre la dificultad de aconsejar a un joven qué tiene que estudiar.
Entre los puntos que pone sobre la mesa cabe destacar el de los rendimientos económicos de las distintas titulaciones, que son muy diferentes, como lo es también la probabilidad de desempeñar un empleo desencajado por ámbito de estudios. Es decir, que uno podría seguir su pasión y acabar con gran probabilidad en otra cosa y encima ganando muy poco dinero. Además las “pasiones” pueden cambiar en la vida, no son las mismas muchas veces en los 30s que con los 18 al salir del instituto. En España, los universitarios tienen una prima salarial de casi el 50%, respecto a los que no han ido a la universidad.
Actualizo con “las carreras y universidades para ganar más que la generación de tus padres”. Un título universitario casi garantiza superar el salario medio de España, pero no es así en todas las carreras. Javier Jorrín y Miguel Ángel Gavilanes en El Confidencial
Recogen Sapna Cheryan y Therese Anne Mortejo en NYT (en inglés) algo que también cita Cabrales. Cuando se les pide a los estudiantes que identifiquen sus pasiones, tienden a citar intereses y comportamientos típicamente femeninos y masculinos. Por ejemplo, las mujeres son más propensas a decir que quieren hacer arte o ayudar a las personas, mientras que los hombres son más propensos a decir que quieren hacer ciencia o practicar deportes. Por eso los autores desaconsejan a los estudiar lo que les guste, en un giro no precisamente inesperado: haz lo que te gusta pero sólo si lo que te gusta es “lo correcto”.
Recomiendo mucho esto de Simon Kuper en FT (en inglés) sobra la idea de “seguir tu vocación” en la carrera profesional. Entre la vía la vocacional (a menudo promovida en los discursos de graduación, ese ideal de seguir una pasión y convertirla en una carrera) y la oportunista, el autor detecta mucho cherry picking en la defensa de la primera (¡Elon Musk! ¡Cristiano Ronaldo! ¡Shakira!) y argumenta que la ruta oportunista suele llevar a mayor éxito económico. El individuo vocacional suele ser menos ambicioso respecto a ascensos, tiene motivaciones más fuertes que el dinero, se especializa mucho en lo suyo y suele carecer de “un plan B” cuando la industria en la que trabaja se desmorona. “Mejor aún si, como la mayoría de la gente, nunca encuentras una vocación. Eso te libera para saltar a la siguiente industria de moda, o para subir la escalera y convertirte en el jefe. Puedes dirigir (y a menudo frustrar) a personas con vocación. Tu vida no está marcada por una incómoda estrella interior, sino por atractivas ofertas.”
En esa última frase me detengo, “la mayoría de la gente nunca encuentra una vocación”. Quizás es que los relatos y el discurso público los crean una minoría muy vocacional de creadores, escritores, artistas y periodistas. Cabe recordar algunas ediciones de la Causas y Azares para poner este tema en perspectiva:
En “Las ventajas de que tus padres aparezcan en azul en la Wikipedia” explicábamos como en las profesiones artísticas, si tienes recursos, cuentas con conexiones en la profesión y posees el capital para resistir, es mucho más probable que triunfes. Vocación sí, pero siempre y cuando el patrimonio familiar te permita aguantar muchos años.
En “Arrepentidos de estudiar periodismo frente a los informáticos y una dermatóloga feliz” teníamos datos como que el 38% de los solicitantes de empleo con titulación universitaria se arrepienten de su especialidad elegida en España. La que más satisfacción con la carrera escogida es Informática (el 72% no se arrepiente), la que menos periodismo (87% sí se arrepiente tras haberla cursado).
En “En carreras universitarias más vale Ikigai en mano, que Bellas Artes volando” planteábamos una posible síntesis: la intersección entre lo que amas, en lo que eres bueno, aquello con lo que te puedes ganar la vida y lo que necesita el mundo. También una situación interesante en lo generacional, “los Z” quieren salir pronto del trabajo pero a la vez parecen estar más orientados al dinero que los millenials.
Luego está, claro, que uno se cruza con podcast como el de Javier Peña en Grandes Infelices sobre Roberto Bolaño y se reconcilia con la vocación, el malditismo y el perseguir lo que te obsesiona aunque en ello se gaste la vida.
Cajón de sastre
El periodo de mestizaje entre humanos y neandertales fue más breve y reciente de lo que se pensaba. Según Michael Eisenstein en Nature (en inglés) y Sergio Parra en NG, casi todos los humanos modernos que no son únicamente de ascendencia africana tienen genes que se remontan al emparejamiento entre las dos especies. Se calcula que los encuentros entre Homo sapiens y neandertales se produjeron hace entre 50.000 y 60.000 años. Pero un nuevo análisis genético sugiere que estas relaciones comenzaron hace 47.000 años y duraron sólo 6.800. Muchos genes neandertales se han eliminado posteriormente de nuestros genomas, lo que sugiere que no eran útiles para los humanos desde el punto de vista evolutivo y que, por tanto, se seleccionó en contra de ellos.
Corea del Norte desplegó unos 260 globos llenos de bolsas de basura y excrementos en Corea del Sur. AP (en inglés).
Las autoridades alemanas prohibieron que L'Amour Toujours, un tema de 1999 de la DJ italiana Gigi D'Agostino, sonara en las celebraciones privadas y públicas de la Oktoberfest a finales de este año, después de que grupos de derechas la cooptaran como himno xenófobo. Es un clásico de las discotecas, pero recientemente se ha hecho viral después de que varios vídeos mostraran a jóvenes -incluidos algunos miembros del partido de extrema derecha alemán AfD- coreando «Alemania para los alemanes, extranjeros fuera» sobre la canción, explica Pablo Fernández en La Gaceta.
Los británicos mueren solos, y a veces pasan semanas hasta que alguien se da cuenta. The Economist (en inglés) sobre cómo un nuevo estudio sugiere que la frecuencia de la descomposición cuando encuentran un cadáver puede utilizarse como indicador del aislamiento social.
Cuántos más seguidores y éxito tiene un influencer financiero, más incompetente es y más dinero pierdes siguiendo sus consejos. Alejandro Nieto en El Blog Salmón.
La yakuza ahora roba cartas de Pokémon. El nuevo pez gordo del crimen en Japón es este. Considerado como un "Uber del crimen", oficinistas, estudiantes o exyakuza cometen delitos ocasionales para llegar a fin de mes o darse lujos inalcanzables. Josep Solano en El Confidencial.
Cómo aprende a leer nuestro cerebro: de la mecánica lectora a la comprensión. Sergi Grau y Josep M. Serra en The Conversation.
Más Birras: apuesta por el rock and roll, y pierde. Martín Sacristán en Jotdown. Mientras Alex Serrano en Epe con el grupo indie del momento (es un decir), Alcalá Norte.
La vida en las residencias de ancianos de España es muy aburrida. Josefa Ros comparte algunos datos: la vida en la residencia es muy rutinaria para el 70%, mientras que el 55% se aburre constantemente.
Uno tiene unas ideas más o menos flexibles hasta que el adversario las critica; entonces se vuelven religión. Si tenías dudas, olvídate: quien matiza, pierde. Ricardo Dudda en The Objective.