El aire acondicionado ha sido un invento crucial en la historia
La gran ventaja en la vida de no tener una gran vocación
Empezamos con lo más leído de la edición anterior: decir adiós, buscar trabajo; ojo a los tratamientos de reposición de testosterona; hay una brecha de apareamiento delante nuestra.
Es la guerra por el aire acondicionado
Lee Kuan Yew, el padre fundador del Singapur moderno:
“El aire acondicionado fue un invento crucial para nosotros, quizá uno de los inventos más significativos de la historia. Cambió la naturaleza de la civilización al hacer posible el desarrollo en los trópicos. Sin aire acondicionado, solo se puede trabajar en las horas frescas de la mañana o al atardecer. Lo primero que hice al convertirme en primer ministro fue instalar aire acondicionado en los edificios donde trabajaba la administración pública. Esto fue clave para la eficiencia del sector público.”
Citado por Branko Milanovic
Esta semana John Burn-Murdoch ha vuelto con otro gran tema en el FT (en inglés) que conjuga relevancia social con un tratamiento exhaustivo de datos bien comunicado en gráficos.
La tesis de la pieza es que en un mundo que se calienta rápidamente, lo que en algunas latitudes era una especie de extravagancia se está convirtiendo en una necesidad. Se trata del aire acondicionado: impacta en el sueño, en la productividad, en el aprendizaje. Y en las muertes por calor.
Burn-Murdoch apunta a que gracias a la mayor producción de energía barata con la solar, el aire acondicionado cada vez tiene menos contribución al cambio climático. El gráfico también es un recordatorio de que los ciudadanos en Estados Unidos están mucho mejor equipados que los europeos para el creciente calor veraniego.
Estos días se ha comentado mucho la posición de Margarita Martín, delegada de la Agencia Estatal de Meteorología en Euskadi, entrevistada por María de Maintenant en El Correo (de pago, declaraciones desde un fuerte desacuerdo en LibreMercado).
La tesis de Martín no es tanto un rechazo completo a que usemos el aire acondicionado. Aunque es correcto que su declaración literal es
“No lo recomiendo para personas sanas. El problema es que en las ciudades viven personas muy mayores cuyo organismo tiene dificultades para bajar la temperatura. En esos casos sí, porque les puede pasar algo con estas temperaturas. El problema es que un porcentaje cada vez más alto de la humanidad vive en las ciudades”
Y tiene toda la razón en que los aires acondicionados sacan el aire caliente y lo echan fuera, es decir, también calientan la ciudad (véase el siguiente vídeo para entender un mecanismo similar). También parte de las críticas: aunque lo del aire acondicionado sea un poco ‘tragedia de los comunes’, los veranos en las ciudades son cada vez más hostiles y pensar que la solución es que la población vuelva a los pueblos resulta poco realista.
Por cierto, cuando me cruzo con artículos con consejos de la AEMET con recomendaciones para las olas de calor (ej, Consalud), la posición del organismo viene a ser “permanecer en lugares con aire acondicionado tanto como sea posible. Si no se tiene acceso, buscar refugio en espacios públicos como centros comerciales o bibliotecas”.
Del archivo:
La enorme suerte al elegir carrera de no tener vocación ni una pasión a la que seguir
Un artículo de Antonio Cabrales en Universidad, sí sobre la dificultad de aconsejar a un joven qué tiene que estudiar. Entre los puntos que pone sobre la mesa cabe destacar el de los rendimientos económicos de las distintas titulaciones, que son muy diferentes, como lo es también la probabilidad de desempeñar un empleo desencajado por ámbito de estudios.
Es decir, que uno podría seguir su pasión y acabar con gran probabilidad en otra cosa y encima ganando muy poco dinero. Además las “pasiones” pueden cambiar en la vida, no son las mismas muchas veces en los 30s que con los 18 al salir del instituto. En España, los universitarios tienen una prima salarial de casi el 50%, respecto a los que no han ido a la universidad.
Recogen Sapna Cheryan y Therese Anne Mortejo en NYT (en inglés) algo que también cita Cabrales. Cuando se les pide a los estudiantes que identifiquen sus pasiones, tienden a citar intereses y comportamientos típicamente femeninos y masculinos. Por ejemplo, las mujeres son más propensas a decir que quieren hacer arte o ayudar a las personas, mientras que los hombres son más propensos a decir que quieren hacer ciencia o practicar deportes. Por eso los autores desaconsejan a los estudiar lo que les guste, en un giro no precisamente inesperado: haz lo que te gusta pero sólo si lo que te gusta es “lo correcto”.
Recomiendo mucho esto de Simon Kuper en FT (en inglés) sobra la idea de “seguir tu vocación” en la carrera profesional. Entre la vía la vocacional (a menudo promovida en los discursos de graduación, ese ideal de seguir una pasión y convertirla en una carrera) y la oportunista, el autor detecta mucho cherry picking en la defensa de la primera (¡Elon Musk! ¡Cristiano Ronaldo! ¡Shakira!) y argumenta que la ruta oportunista suele llevar a mayor éxito económico. El individuo vocacional suele ser menos ambicioso respecto a ascensos, tiene motivaciones más fuertes que el dinero, se especializa mucho en lo suyo y suele carecer de “un plan B” cuando la industria en la que trabaja se desmorona. “Mejor aún si, como la mayoría de la gente, nunca encuentras una vocación. Eso te libera para saltar a la siguiente industria de moda, o para subir la escalera y convertirte en el jefe. Puedes dirigir (y a menudo frustrar) a personas con vocación. Tu vida no está marcada por una incómoda estrella interior, sino por atractivas ofertas.”
En esa última frase me detengo, “la mayoría de la gente nunca encuentra una vocación”. Quizás es que los relatos y el discurso público los crean una minoría muy vocacional de creadores, escritores, artistas y periodistas. Cabe recordar algunas ediciones de la Causas y Azares para poner este tema en perspectiva:
En “Las ventajas de que tus padres aparezcan en azul en la Wikipedia” explicábamos como en las profesiones artísticas si tienes recursos, cuentas con conexiones en la profesión y posees el capital para resistir, es mucho más probable que triunfes. Vocación sí, pero siempre y cuando el patrimonio familiar te permita aguantar muchos años.
En “Arrepentidos de estudiar periodismo frente a los informáticos y una dermatóloga feliz” teníamos datos como que el 38% de los solicitantes de empleo con titulación universitaria se arrepienten de su especialidad elegida en España. La que más satisfacción con la carrera escogida es Informática (el 72% no se arrepiente), la que menos periodismo (87% sí se arrepiente tras haberla cursado).
En “En carreras universitarias más vale Ikigai en mano, que Bellas Artes volando” planteábamos una posible síntesis: la intersección entre lo que amas, en lo que eres bueno, aquello con lo que te puedes ganar la vida y lo que necesita el mundo. También una situación interesante en lo generacional, “los Z” quieren salir pronto del trabajo pero a la vez parecen estar más orientados al dinero que los millenials.
Luego está, claro, que uno se cruza con podcast como el de Javier Peña en Grandes Infelices sobre Roberto Bolaño y se reconcilia con la vocación, el malditismo y el perseguir lo que te obsesiona aunque en ello se gaste la vida.
Cajón de sastre
Arqueología de los nombres de España: los más frecuentes y los casi desaparecidos. Nombres como Acracia, Fraternidad, Frumencio o Valerico, rondan los 80 años de media. Lucía Montilla en RTVE.
Recordatorio anual en esta lista: cuíden sus niveles de vitamina D:
Los grandes maestros de ajedrez no queman 6.000 calorías al día. Lo interesante del post de Adam Strandberg no es el dato en sí, es cómo explica la creación de un lugar común que se va repitiendo sin que (casi) nadie lo compruebe y desmienta.
Sara Montiel sobrevivió al franquismo defendiendo su independencia y autonomía personal como mujer, pero cuando más se la censuró fue en los programas del corazón de la democracia. Álvaro González en Culturplaza.
¿Grabar una conversación sin avisar vulnera el secreto de las comunicaciones? El Tribunal Supremo aclara de nuevo en su STS 753/2024: No. Explicado por Antonio Salceda.
La paradoja del éxito de las ciudades (y su solución: primero, vivienda). Jorge Galindo.
La “molonidad” de una persona trasciende naciones e idiomas, sugiere un nuevo estudio. Una encuesta global realizada a casi 6.000 participantes encontró que las personas percibidas como *cool* tienden a compartir seis rasgos: son extrovertidas, hedonistas, poderosas, aventureras, abiertas y autónomas. Christina Caron en NYT en español.
La ermita de Quintanilla de las Viñas sí es visigótica. B.A. en Diario de Burgos.
Las seis horas de rescate a una pareja de ancianos en una laguna de Leganés que solo existía en su memoria de la adolescencia. Patricia Peiró y David Expósito en El País.
Imágenes: Antonio Ortiz con Freepik.
Siempre le cuento a mi hijo que a los 17 decidí qué estudiar analizando la ausencia de dichos estudios en Málaga. Vamos que me quería ir de casa y la universidad fue una gran excusa, y mi falta de vocación un acicate para la independencia temprana. Mi vocación la he encontrado con los años, y la he encontrado trabajando, no estudiando. Dirigir equipos pequeños de gente talentosa hacia objetivos a medida de mis clientes. Me encanta dirigir equipos adhocráticos, me siento un poco como si tuviera una productora de arquitectura, y puedo estar en varios proyectos a la vez, más de los que podría si fuera un arquitecto al uso, de los que no delegan. Esto es algo que le encanta a mi tdah ;L)