Vuelve el malthusianismo, vuelve la eugenesia
También: La soledad como problema de salud pública; Yo fui un abusón, un “bully”; la regla de oro para dormir más y mejor; el crecimiento de Zaragoza
Amigas, amigos, empecemos como recomienda la tradición de esta lista, con lo más leído de la edición anterior: policías que dejan de poner multas, consumidores y lo que les importa la legalidad de un Airbnb, Arguiñano se equivoca.
Vuelve el malthusianismo, vuelve la eugenesia
En un Causas y Azares en el que discutíamos cómo será el mundo los próximos 80 años con las previsiones demográficas para lo que resta de siglo ya recogíamos el debate de ida y vuelta sobre el malthusianismo
El concepto de trampa maltusiana lo explicaron en su momento Kiko Llaneras y Jorge San Miguel en Politikon: La trampa implica que en todas las sociedades el crecimiento económico determinaba un crecimiento de la población que a su vez reducía la renta. Cuando una sociedad disponía de mejor tecnología o nuevos recursos para producir riqueza, se extendía, multiplicaba su población, dejando la renta por habitante constante. Para Malthus si el ritmo de crecimiento de la población responde a una progresión geométrica, mientras que el ritmo de aumento de los recursos para su supervivencia lo hace en progresión aritmética entonces (a no ser que sucedan guerras o hambrunas), el nacimiento de nuevos seres aumentaría el empobrecimiento gradual de la especie humana e incluso podría provocar su extinción (la llamada catástrofe malthusiana).
Llegó la revolución industrial y con ella la mejora de las condiciones materiales gracias a la enorme riqueza producida. La humanidad había superado la trampa malthusiana con la innovación tecnológica. Pero el caso es que las ideas de Malthus no se acabaron de ir nunca y ahora han vuelto a popularizarse con un enfoque renovado: el crecimiento de la población es un problema y debería ser controlado no por porque no seamos capaces de hacer crecer o mantener la renta con él, sino porque medioambientalmente no es sostenible.
David Attenborough lleva años abogando por reducir la población mundial (como recoge Javier Peláez en Yahoo) , Jane Goodall señalaba en el Foro Económico Mundial en Davos en 2020 que “no podemos escondernos del crecimiento de la población humana, porque, sabes, subyace a muchos de los otros problemas. Todas estas cosas de las que hablamos no serían un problema si hubiera el tamaño de la población que había 500 años atrás” (también en esta entrevista en Ethic, “esto se entiende como una condena a aquellos que viven en la pobreza, cuando en realidad, no son los responsables del cambio climático que nosotros, los ricos, estamos provocando. Es todo un reto, porque si sacamos a la gente de la pobreza y todos ellos anhelan nuestro estilo de vida poco sostenible, ¿qué va a pasar?”). Y no son los únicos divulgadores populares que muestran como problemático no ya crecer en población, sino mantener la actual.
Quien quizás mejor resume la posición malthusiana por razones ecologistas y ambientales es Naomi Oreskes en Scientific American (en inglés), pero también el iniciador de la corriente “neomalthusiana por motivos ecológicos”, Paul Ehrlich: el aumento de población nos lleva a la pérdida de biodiversidad. Tenemos sociedades de alta fertilidad y baja productividad atrapadas en la trampa maltusiana. Dado que las explotaciones de subsistencia tienen bajos rendimientos y que los agricultores tienden a depender de la madera y otros tipos de biomasa para obtener energía, siguen siendo uno de los principales motores de la deforestación, el cambio del uso de la tierra y la extirpación de la fauna salvaje. Lo glosan Alex Trembath y Vijaya Ramachandran en The Atlantic (en inglés)
Las ideas de Ehrlich han sido, claro, muy discutidas y algunas de sus predicciones refutadas por la realidad (un análisis extenso de Noah Smith). Sus preocupaciones y predicciones ambientales junto al miedo al cambio climático han desembocado en todo caso en una renovada visión eugenésica. Si en el siglo XX se llegaron a plantear “soluciones” como “pagar por esterilizar” (véase un resumen de las ideas de principios de siglo en esta pieza de Jules Evans en Medium, en inglés); el siglo XXI pasa por otras opciones como la de aumentar la educación de las mujeres en el países en desarrollo (Oreskes), campañas que convenzan de parar en el hijo dos (entrevista a Ehrlich en El Mundo) o aumentar el prestigio social de ser bajitos (Mara Altman en NYT).
También tenemos discursos como los de Miguel Beato, director del Centro de Regulación Genómica y experto en investigación básica contra el cáncer, (entrevistado por Jessica Mouzo en El País) que intentan pasar como descriptivos pero que contienen tesis fuertes malthusianas y eugenésicas: “somos demasiados humanos, somos una plaga para la Tierra [..] Habría que controlar la natalidad y reducir el número de humanos. Antes eso se hacía con guerras, pero ahora ya no hay guerras de ese tipo que exterminen a tanta gente”.
Si volvemos al Causas y Azares del futuro demográfico podemos ver que el crecimiento de población mundial se está frenando. Es más, como veremos en alguna edición futura de la lista, hay problemas económicos y sociales que nos vienen a las sociedades cuyas proyecciones son de pérdida de población.
Yo fui un abusón, un “bully”
“Yo fui un abusón o bully. Desde los 12 años hasta los 15 tuve sometidos a otros niños, que creía más débiles que yo. El instituto era como una tradición familiar, mis hermanos habían pasado por ahí y éramos como una saga. Nunca me echaban o me castigaban como merecía”. Así empieza el hilo de Txapu en Twitter.
A pesar de algunas noticias horribles que nos cruzamos a veces, tiene razón Antonio Agredano en Cope, las cosas han cambiado y no estamos (tan mal) como estábamos, aunque parezca que el odio siempre encuentra su espacio.
La soledad como problema de salud pública
Un alto cargo sanitario estadounidense reclamó hace poco que la soledad debería considerarse un problema de salud pública al mismo nivel que el tabaquismo o la obesidad. Afirmó que la soledad aumenta el riesgo de infarto de miocardio, demencia y diabetes, y que el número de personas que viven solas ha aumentado, sobre todo durante la COVID-19. Sin embargo, los estudios citados en apoyo de esta afirmación son observacionales: lo pueden demostrar que la soledad cause mala salud, sólo que las personas solitarias suelen estar enfermas. Lo explica Dylan Scott en Vox (en inglés), también Kathryn Armstrong y Bernd Debusmann en Bbc (en inglés)
De los padres a los amigos, de la pareja a la soledad: ¿con quién compartimos la vida a lo largo de los años? Carmen Martínez y Victòria Oliveres en El Diario con un análisis del tiempo que pasamos con diferentes personas del entorno cotidiano para ver cómo cambia nuestra compañía en cada etapa de la vida y según nuestra situación personal. En EEUU el 15% de los hombres declararon no tener amistades íntimas en 2021, frente al 3% en 1990. El 10% de las mujeres declaró no tener amistades íntimas en 2021, frente al 2% en 1990. Daniel A. Cox explica en American Survey Center (en inglés)
Sobre la soledad me acuerdo siempre de Putnam. En los 90, los propietarios de boleras en Estados Unidos estaban preocupados por un descenso de sus ingresos. Pero no tenían constancia de que se hubiese producido una disminución de su clientela. Por eso decidieron encargar un estudio para desentrañar las razones de la inesperada pérdida de recursos. Los datos confirmaron que el juego de bolos no estaba en declive. De hecho, en los últimos años había aumentado el número de jugadores: en concreto, entre 1980 y 1993 se había incrementado en un 10 por ciento. Lo que sí estaba en franco descenso era el número de ligas de bolos, que había caído en un 40 por ciento. Más jugadores solitarios que comen y beben menos en la bolera que cuando están en grupo De ahí partió Robert Putnam para su “Solo en la bolera (colapso y resurgimiento de la comunidad norteamericana)”, un análisis de la pérdida de capital social y de los grupos comunitarios en EEUU. Helena Béjar reseño su obra en 2002 en Revista de Libros: para Putman la cantidad de trabajo (aumentan con la incorporación de la mujer) o el urbanismo sumaron para esta pérdida de comunitarismo, pero el gran culpable fue la tele
Relacionado: “Cómo sentirse menos solo al envejecer. El trabajo y la vida familiar ya no son tan ajetreados y, de repente, la vida puede parecer vacía. He aquí algunas buenas maneras de mantenerse conectado” en Psyche (en inglés) y también esta pieza de Beatriz Serrano en El País sobre “distanciamiento entre amigos con hijos y amigos sin hijos” y qué parte de culpa la tiene “el sistema” (no tiendo a estar de acuerdo con ella, pero es un tema que me ha ocupado los últimos 15 años y tiene algunos puntos interesantes a considerar)
Cajón de sastre
Hace poco me crucé en redes con la regla “10-3-2-1-0 para dormir mejor” y he estado leyendo sobre el tema. Se trata de
10 horas antes de ir a la cama: nada de cafeína
3 horas antes de ir a la cama: nada de comida o alcohol
2 horas antes de ir a la cama: nada de trabajo
1 horas antes de ir a la cama: nada de pantallas
0: el número de veces que tienes que aplazar la alarma de tu despertador
y es una recomendación que han recogido Esther Miguel en Magnet o Salomé García en SModa
De las “nuevas generaciones” de cantantes que andan eclosionando, me quedo con Dellafuente. “folclore atemporal y ritmos caribeños”, así es como lo describe Irene Domínguez en The Objective. Recupero su “Ya No Te Veo”
Pero es que se acerca el verano y creo que también toca reivindicar a La Costa Brava, como hicieron en Somos942. Servidor va a volver estos meses a mi disco favorito de la banda, “Llamadas perdidas” (Carlos Pérez de Ziriza en Efeeme)
“Sinceramente, no pretendía destapar nada nuevo, sino hablar abiertamente de una práctica que todo el mundo conoce en el mundo del ciclismo y sobre la que nadie o casi nadie quiere dar excesivos detalles: pagar por ser ciclista.” A. M. Fuente en High Cycling
“Los clubes han engañado y engañan mucho a los futbolistas. Alguno tenía que vengarse por todos ellos” Es la declaración de Carlos Kaiser, “la estafa del mejor futbolista que nunca jugó”. Cuenta su historia Enrique Corbella en Marca.
El cambio social no se detiene. “Cada vez más hombres orinan sentados en lugar de hacerlo de pie”, por Pablo Martínez-Juárez en Xataka.
Zaragoza es ya la cuarta ciudad de España al superar en habitantes a Sevilla. Javier Ortega en El Mundo.
Las jirafas han demostrado ser capaces de realizar inferencias basadas en información estadística, como los primates. Antonio Martínez Ron en El Diario
La demolición de presas y barreras fluviales pone en cuestión el abastecimiento de agua en varias poblaciones. Reportaje en vídeo en Rtve con los casos de presas que se van a demoler en Teruel y Badajoz (como siempre nos falta un poco más de información, por ejemplo si hay alternativas viables cerca para los afectados).
En medio del debate se cruzan acusaciones sobre demolición de azudes malinterpretados como presas. En la pieza de Rtve se recogen voces de profesores y especialistas que apuntan a que, a falta de un beneficio mayor, la idea es que el río pueda fluir de la forma más “natural” posible para cuidar el ecosistema. Pero esto ya se ha convertido en una cuestión de politiqueo maníqueo, críticos con el gobierno apuntan a su negligencia con los embalses en tiempo de sequía y medios de izquierdas (véase El Salto) señalan que las grandes empresas como Iberdrola vacían pantanos para generar energía y ganar más dinero. Este caso es más que discutible: Los embalses de Cáceres (por donde pasa el Tajo, citado en la noticia) están al 72,7% de su capacidad. Esta cifra es significativamente superior a la de 2022, y además, es muy similar a la media de los últimos 10 años.
Hace unos seis meses, Will Wilkerson era vicepresidente ejecutivo de operaciones de la empresa de medios de comunicación del ex presidente Donald Trump, cofundador del sitio web Truth Social de Trump y titular de opciones sobre acciones que algún día podrían haberle hecho millonario. Hoy, es un barista certificado en un Starbucks dentro de una tienda de comestibles Harris Teeter, donde trabaja en turnos desde las 5:30 de la mañana con un delantal verde y zapatos antideslizantes, haciendo Frappuccinos por 16 dólares la hora. Drew Harwell en SfGate (en inglés)